Para Genet el ejercicio teatral es demoníaco; la apariencia, siempre a punto de hacerse pasar por realidad, debe revelar continuamente su irrealidad profunda. Todo debe ser falso hasta hacer rechinar los dientes. Pero, por ello, la mujer, por ser falsa, adquiere una densidad poética. Expoliada de su materia, depurada, la femeneidad se convierte en un signo heráldico, en un símbolo. Mientras era natural, el blasón femenino, quedaba encerrado en la mujer. Espiritualizado, se convierte en una categoría de la imaginación, en un esquema organizador de fantasías: todo puede ser “mujer”: una flor, un animal, un tintero”.
JEAN-PAUL SARTRE
(del libro “Jean Genet, comediante y mártir”, a propósito de “Las criadas”).
Teatro Sha
LUIS BRANDONI, HÉCTOR ALTERIO y WALTER VIDARTE
Vestuario: CLAUDIO SEGOVIA
Dirección: SERGIO RENÁN